sábado, 11 de marzo de 2006

Es tiempo de combatir a la espiral del silencio

Opinión
Por Miguel Saredi Para LA NACION
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Explica la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann que "la espiral del silencio" se define como la situación en que los medios de comunicación más influyentes reflejan las posturas que consideran políticamente convenientes y no dan lugar a otras opiniones, aunque sean mayoritarias y sensatas. La gente, la población, en general, con tal de no sentirse "sapo de otro pozo", termina adhiriendo a esas opiniones hasta que se convierten en mayoritarias.
El campo y sus hombres, hace décadas, parecen sentirse en culpa, por la pobreza, la marginación y el desarraigo de millones de argentinos. Porque así lo impuso el discurso oficial, o la historia oficial de los ganadores de las elecciones de distrito único, que impusieron la fuerza de la voluntad general.
Con la espiral del silencio, Noelle-Neumann demostró en la práctica cómo los mecanismos de distintos medios de comunicación y la indiferencia o pasividad de otros interfieren en la formación de la opinión pública. Así queda claro que cuando la gente se entera, o tiene la sensación de que su opinión está crecientemente compartida por amplios sectores de la sociedad, se siente reforzado, se siente mucho más fuerte y menos vulnerable, e incluso se expresa públicamente y está dispuesto a exponerse.
Quien ve que su opinión pierde terreno se vuelve cauteloso, miedoso o prudente, y no levanta la voz o calla. Y el silencio contagia, y así una opinión o posición, aunque sea válida e importante, se pierde totalmente en el mercado de la opinión pública.
De allí la importancia de expresarse públicamente para evitar la espiral del silencio y sus efectos. Por eso no tengamos miedo. No callemos. No hagamos siempre lo políticamente correcto, cuando tenemos un camino tan árido y décadas de silencio para transformar y cambiar a la opinión pública argentina.
Durante muchos años, y aun más, hoy en día, con sucesos cotidianos que van desde las deudas hipotecarias, pasando por el precio de la harina y el trigo, la demanda permanente por el alza de la carne bovina, el sector agropecuario calla (salvo honrosas y valientes excepciones) frente al avance de dirigentes políticos, gremiales, sociales y en especial economistas. En los últimos tiempos se han agregado además algunos dirigentes piqueteros que profieren todo tipo de amenazas contra el campo.
Cuando nació la Fundación Pampa Sur, con dirigentes políticos cercanos al campo argentino, decidimos romper la espiral del silencio de nuestro hombre agropecuario. Quebrar esa regla de hace décadas que parece acomplejar a nuestra llamada opinión pública, y en especial a nuestra gente, atacada comúnmente de "oligarquía", "poder terrateniente" o cuanto calificativo abusador de moda se pregona desde distintos estamentos.
Lo políticamente correcto
Ni que hablar de alguna parte de nuestra dirigencia política, que haciéndose cargo de esta manía de encuestas, reflejos y humores de la ciudadanía optó por callar, avalar y denigrar aún más al sector, aunque entienda en privado la necesidad de fortalecerlo o de contar con él, fundamentalmente para sustentar las alicaídas arcas fiscales.
Es políticamente correcto en la Argentina ser industrialista y atacar a los proveedores y exportadores de materias primas, aunque sea un concepto arcaico, frente al concepto de cadenas de valor de la agroindustria y los agroalimentos que nos enseñan los países más desarrollados y la economía moderna.En silencio estuvieron nuestros antepasados, nuestros abuelos y padres, mientras construyeron nuestra patria, mientras pusieron sus manos y cuerpos al sol. Mientras sostuvieron cada uno de nuestros pueblos del interior, mientras dieron sus familias, sus dineros y sus vidas para el fortalecimiento del Estado.
En silencio soportamos a todos nuestros economistas hablar de la renta diferencial de la tierra, mientras fueron incapaces de contener la inflación, modernizar el país y evitar la estafa reiterada de muchos empresarios ligados a los sectores industriales y financieros.
No estamos dispuestos a seguir soportando este estado de cosas y contribuir y alimentar la espiral del silencio. Por eso, vale la pena citar a la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), que lanzó su "Argentina Posible", agregando a su excelencia en la actividad empresarial privada un claro compromiso con lo público, por dar sólo un ejemplo de este tipo de accionar.
La personalidad de nuestro Presidente demostró que respeta mucho más a aquellos que son capaces de transmitirles su opinión y las posibilidades de solución, aunque no las comparta, que a los que intentan abordarlo desde el vulgar tráfico de influencias.
Aunque muchas veces nos duela, preferimos la relación honesta y frontal. De allí que para finalizar aprovechemos la época de grandes exposiciones dinámicas del sector para fortalecer nuestras posiciones, para encontrarnos, para hacer oír nuestra voz, para evitar que el silencio contagie, y en especial para formar a las nuevas generaciones en el proyecto nacional, ligado al agro, que creemos es vital para la grandeza de nuestra patria y la felicidad de su pueblo.
El autor es presidente de La Fundación Pampa Sur.